DESTINO: Puerto Montt, Puerto Varas y el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales.

SÁBADO 28: Hemos empezado nuestro recorrido turístico por este largo y estrecho país. Primera parada: Puerto Montt, que está 220km al sur de Valdivia y que es la capital de la X Región de Chile (antigua región a la que pertenecía Valdivia. Ahora se han escindido y hay una nueva región, la de Los Ríos de la que Valdivia es capital: parece que por estas latitudes también hay problemillas territoriales y piques internos); Puerto Varas, una ciudad pequeña pero con un encanto increíble, principalmente porque está a la orilla del Lago Llanquihue, desde donde se ven los volcanes Osorno y Calbuco.
Nuestra andadura empezó el sábado por la mañana: más de 3 horas de viaje en autobús. Ya de camino el paisaje prometía. Cuando llegamos fuimos a nuestro hostal: el Hostal Don Teo: la zona tenía mala pinta, al lado de la terminal de autobuses a las afueras, pero por dentro el hostal era muy “digno”: baño privado, con toallas limpias, agua caliente, televisión y calefacción alta. ¿El precio? No llega a 11€ cada una la noche. Creo que está bastante bien ¿no? Fuimos a dar una vuelta por el paseo, bordeando el Seno de Reloncavi. A la hora de comer decidimos ir a los palafitos de Angelmó, a comer pescado fresco: yo me pedí merluza frita con papas y arroz. La merluza era enorme y el plato sólo costaba 3000 pesos, algo más de 4€. De camino a Angelmó aprendí dónde paran las micros en las ciudades: ¡¡donde haya una persona que levante la mano!! Paran como los taxis…
Delante de los palafitos en Angelmó
Después nos dimos una vueltecita con una barca por el Seno de Reloncavi, vimos la isla de Calbuco desde la barca y las casas de la orilla. Pensé que no sería capaz de vivir en una casa como esa ¿o sí? Quién sabe, a veces nosotros mismos nos sorprendemos…

Casas a la orilla de la Isla. En la isla no parecía que hubiera nada más que estas casas y árboles.
He de reconocer que lo de la vuelta en barca no estaba en mis planes, ¿lo primero que le dije al barquero cuando nos ofreció la vuelta? Efectivamente, Mum, le dije ¡No! Victoria me dijo “espera, espera, ¿por qué no?” El paseo estuvo genial, valió la pena. A veces hay que salirse del camino marcado.

Vista desde la barca. Isla Cabulco.
Al atardecer: Puerto Varas. Nos impresionó mucho la ciudad. La vista del Lago y de los volcanes al fondo al atardecer con la luna llena tenía lago de mágico, te sobrecogía, de veras, me sentí diminuta: que esa imagen no se me borraría de la mente jamás mientras que los volcanes ven cada día millones de turistas que se enamoran de ellos.

Sin palabras.
También vimos el casino, y la catedral de la ciudad de arquitectura alemana.

La catedral de Puerto Varas de noche.